Hoy en día la formación es esencial para que los profesionales de una empresa actualicen sus conocimientos y se adapten a las transformaciones de su sector,  cada vez más competitivo. La necesidad de estar bien preparados es muy importante ya que no basta con tener un buen currículum, sino que es imprescindible actualizar y profundizar en los conocimientos adquiridos de forma continuada. El trabajo diario, el cumplimiento de objetivos y la falta de tiempo nos lleva a dejar en un último plano algo tan importante como es renovar nuestro Know-how, tanto de los trabajadores como de los propios directivos. Pero no deberíamos olvidar que una formación continua es uno de los aspectos más vitales y diferenciadores a llevar a cabo en las empresas y que nos aportan un valor añadido único.

 

Para las pequeñas empresas la formación puede no parecer una prioridad, pero la inversión en formación constituye una estrategia que permite anticiparse a los retos del mercado y que no solo ayudará a mejorar la productividad a corto plazo sino que, además, preparará a la empresa para futuros desafíos y proyectos.

Gracias a una formación de calidad se consigue una mejora de las competencias del puesto de trabajo, indispensables para fortalecer la situación competitiva del propio personal como de toda la empresa en su conjunto como un gran equipo, compartiendo conocimientos y experiencias. Haciendo aún si cabe, más rico el valor diferenciador de nuestra compañía.

Hoy en día, la formación continua en la empresa debería entenderse como una obligación. Con una empresa que tiene que adaptarse a múltiples cambios competitivos y globales; ser flexible para conseguir que sus recursos humanos sean lo más eficaces posibles y maximizar la productividad: la formación es el camino que debemos recorrer para lograrlo.

Por último, la formación tiene que servir para adaptarnos a los cambios minimizando los errores. La empresa está en constante evolución y tenemos que realizar nuevas tareas en el menor tiempo posible. Si tenemos un plan de formación, la curva de aprendizaje se reducirá enormemente y se conseguirá adaptarse a los cambios de forma rápida y eficaz. Esto implica a la larga un ahorro acumulativo en costes, tanto por la reducción de la curva de aprendizaje como por la reducción de errores.

Conseguimos que el personal de la empresa esté siempre adaptado a las últimas tecnologías y soluciones, fortaleciendo la plantilla y mejorando la productividad.

Todo esto supone, además, una motivación del personal de la empresa ya que ven cubiertas sus expectativas personales al ser ellos mismos los que pueden elegir esas materias o temas en los que quieren estar al día y ser competitivos.

La plantilla de RCM está en constante formación, más aún, teniendo en cuenta que es una empresa dedicada a las últimas tecnologías que están en contínua evolución.

Incluso nuestra jefa predica con el ejemplo y no pierde la oportunidad de formarse y actualizar sus conocimientos.

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